sábado, 11 de junio de 2016

¿Vivimos realmente en un país laico?

Hace poco agrupaciones religiosas salieron a decir que el PRI perdió en estas elecciones recientes, debido a su apoyo al “matrimonio gay”. No fue por la inseguridad, no fue por la corrupción, ni fue porque Tamaulipas, Veracruz y Quintana Roo se estuvieran convirtiendo en estados asoleados por el autoritarismo y el derroche de sus gobernantes; simplemente fue porque el presidente, Enrique Peña Nieto, hizo iniciativas a favor del matrimonio igualitario y del reconocimiento por la diversidad de género (1).
No me molesta que la Iglesia exprese semejante disparate, sino su pensamiento tan simplista y limitado para ver más allá de sus narices. No obstante, hay otros como el Padre Solalinde (y seguramente debe haber más asociaciones religiosas), que tienen claro el nivel de rezago en que actualmente se encuentra la jerarquía católica; la cual “está desconcertada por todo lo que estamos viviendo, porque no los prepararon para este mundo. Los siguen formando con algunos rasgos como de la Edad Media, y ya no estamos en esa época; tenemos que entender el mundo que vivimos” (2).
La religión cristiana ha tomado al matrimonio como creación suya, y ésta es una falsedad. En la antigüedad romana el matrimonio se consumaba por medio de un contrato que era un mero acuerdo entre familias, y no con la unión carnal (3). Poco les importaba si la pareja tenía relaciones sexuales o no, simplemente era una forma de conservar el patrimonio familiar. Todavía durante la Edad Media no existía una legislación clara acerca del matrimonio, este rito se realizaba en casa y en privado. Fue hasta el Concilio de Trento (1545 – 1563) que se fijó una normativa para este vínculo, y que nos dio el matrimonio que conocemos ahora: solemne e indisoluble (4). En el transcurso, muchas familias romanas  estuvieron en desacuerdo con que la Iglesia se inmiscuyera en sus asuntos privados; ahora nos encontramos en ese mismo punto y con la misma pregunta: “¿por qué la Iglesia quiere continuar inmiscuyéndose en asuntos y contratos privados que se hacen entre dos personas?”
El matrimonio igualitario no viene a cambiar al matrimonio religioso. La iglesia va a poder seguir promoviendo la familia tradicional desde sus templos, pero no pueden negarles sus derechos civiles a los demás. No pueden seguir haciéndoles sentir a las personas que valen menos que ellos, que no pueden aspirar a la igualdad de oportunidades. Cuando pasen los años ¿de qué lado quieren estar? Del lado de aquellos que decían que la esclavitud era necesaria, del lado de los que decían que los judíos no podían tener un patrimonio, ni ejercer profesión alguna, del lado que afirmaba que las mujeres no podían votar porque no se merecían los mismos derechos que los hombres; del lado equivocado.  
Cuando una asociación como la Red Pro Yucatán nos dice: “trabajemos juntos, sociedad y gobierno para defender los verdaderos derechos humanos, muéstrenos su verdadero compromiso por el bienestar familiar y con la sociedad mexicana” (5) ¿Están entendiendo lo que son los derechos humanos? ¿Cómo saben ellos cuales son “los verdaderos derechos humanos” y cuáles no? ¿Quién les dio esa autoridad? Yo lo único que veo en esta afirmación es que se les se les olvidó algo muy importante: los derechos humanos son de aplicación universal y todos los seres humanos son iguales ante la ley.  


¿Podemos ver más allá de las etiquetas?






3 comentarios:

  1. Entonces ¿tú asumes que la población mexicana no es conservadora? Yo si creo que EPN y la oligarquía; y que seguramente algo tiene que ver el apoyo del Secretario Chong con el apoyo al candidato del PAN en Tamaulipas; dieron un empujoncito homofóbico, para que desde el púlpito, la jerarquía movilizara a esos conservadores que les da más miedo el matrimonio igualitario que las desapariciones y la corrupción. Fue la perfecta Caja China-Chong, que arrancó en pleno proceso electoral el 17 de mayo y que terminará el último sábado de junio (Marcha del Orgullo LGBTTTI) habiendo generado la cortina de humo sobre los fraudes electorales. Fue una estrategia fuera del foco del discurso político-electoral, pero que muy pronto circuló desde todos los sermones dominicales, 3 domingos. Cuando 4 de cada 10 mexicanos no aceptarían vivir bajo el mismo techo que un homosexual, una estrategia que incite a la homofobia, moviliza fácilmente a esa población para dar su voto de castigo.

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    1. Porque además, el matrimonio igualitario es una realidad jurídica que ya había sido asentada para todo el territorio nacional por la SCJN. Fue una estrategia electoral, indudablemente. http://www.eluniversal.com.mx/articulo/nacion/sociedad/2016/06/11/matrimonios-gay-una-verdad-juridica-cossio

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  2. Yo veo a unos ciudadanos cansados de Duarte (incluso hay videos de estudiantes pidiendo su renuncia), veo a gente de Quintana Roo molesta con las tranzas, tuve varios alumnos de Tamaulipas que estaban en Mérida porque ya no podían vivir tranquilos en sus casas, y me dices que fue un voto de castigo por apoyar al "Lobby gay". ¡Claro que no, fue cansancio de vivir ante tanta impunidad!

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